En la noche del viernes 14 de noviembre de 1980, la banda terrorista ETA secuestraba y asesinaba una hora después en Santurce (Vizcaya) a VICENTE ZORITA ALONSO, empleado de Altos Hornos y miembro de la ejecutiva popular de Alianza Popular de Vizcaya. La víctima había salido de casa a última hora de la tarde del viernes a tomar unos vinos con los amigos. Una de sus hijas, de 15 años, confirmó que había visto a su padre regresando a casa hacia las 22:00 horas. Al parecer, en ese momento varios terroristas, que le estaban esperando en el portal de su domicilio, lo secuestraron. Hacia las 23:00 horas unos jóvenes, que dieron aviso a la Policía Municipal, encontraron el cuerpo de Vicente con un gorro de lana que le cubría la cara y acribillado a balazos en un camino del barrio de Cabieces, en Santurce. Le habían tapado la boca con la bandera de España. El cuerpo presentaba siete u ocho impactos de bala y otro noveno en la cabeza, que la Policía cree que fue el de remate. En el lugar de los hechos se recogieron casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca FN.
Minutos antes de las 23:30 horas se recibía en el diario Egin una llamada de un hombre que reivindicó el atentado para "ETA militar de Santurtzi". El comunicante anónimo afirmó que ETA continuaría atacando a Alianza Popular si no se solucionaba "el problema de la empresa Olarra". Antonio Merino, presidente de AP en Vizcaya, señaló al respecto que era algo "irracional y descabellado: Alianza Popular no tiene que solucionar este problema. Es algo ajeno al partido".
Al día siguiente, 15 de noviembre, se celebró el funeral por su alma, al que asistió el presidente de AP, Manuel Fraga. Miembros de los comités nacional, regional, y de Vizcaya y parlamentarios vascos de Alianza Popular se reunieron por la tarde del sábado 15 para valorar el atentado, que calificaron de "execrable, dadas las circunstancias, la tortura sufrida y el hecho de que la mordaza fuera una enseña nacional. La situación es ya de caos por la inoperancia del Gobierno, que ni pone medios ni voluntad contra el terrorismo, contra el que hay que luchar con toda firmeza". Antonio Merino, responsable de Alianza Popular en Vizcaya, declaró a los medios de comunicación: "Hoy más que nunca debo pedir a los partidos que han integrado el frente para la paz que las iniciativas cristalicen en algo positivo para que no vuelvan a hablar más las metralletas". Desde AP el asesinato fue valorado como "un tributo de sangre involuntario para el advenimiento de la paz y la firme lucha contra el terrorismo".
En el asesinato de Vicente Zorita participó, presuntamente, el miembro del grupo Gorbea de ETA José Ángel Urtiaga Martínez, alias Josean, Garrutxu o Tobaneku. Urtiaga fue deportado por Francia a Cuba donde desempeñó el papel de máximo responsable del colectivo de etarras en la isla entre 1984 y 1998. Hoy día sigue residiendo en Cuba, pese a las reiteradas solicitudes de extradición por parte de España. Actualmente se sigue contra él una causa en la Audiencia Nacional por sus vinculaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en la que también está siendo investigado el etarra Arturo Cubillas, presunto responsable de ETA en Venezuela. Desde febrero de 2010 existe una orden de detención internacional contra Urtiaga Martínez.
Vicente Zorita Alonso, de 60 años y natural de León, estaba casado con Rosario Zabala y teníacuatro hijos. Empleado en Altos Hornos desde hacía treinta años, era miembro de la ejecutiva de AP de Vizcaya y había ocupado el puesto número tres de la candidatura al Parlamento vasco por esta provincia. Rosario Zabala es uno de los testimonios del documental Trece entre mil, de Iñaki Arteta, estrenado en noviembre de 2005, y del libro Olvidados (Adhara, 2006), del mismo autor y Alfonso Galletero.
Le dieron siete tiros, apareció de rodillas, le habían puesto un gorro de lana tapándole la cara y le taparon la boca con la bandera española. (...) Muy poco antes de que asesinaran a mi marido estuvimos en Madrid. Recuerdo que estando en casa de mi cuñado, hablando de lo que estaba pasando en el País Vasco, mi cuñado le dijo: "Vicentico, tú corres peligro tal y como hablas, tú estás corriendo peligro". Yo miré a mi cuñado y asentí: "Sí, de la forma que habla...". Y era cierto, Vicente hablaba como sentía, como él lo estaba sintiendo todo y lo decía libremente, lo decía en la calle. Lo malo es que lo decía en la calle. Con los amigos, con los amigos hablaba y ese fue su error, decir lo que sentía en alto. Poquito, muy poquito después de aquel viaje a Madrid, en el que le recriminamos por hablar tan claro de estas cosas, fue cuando lo mataron. Fueron a por él y lo mataron. (...) Fue un viernes 14 de noviembre. Le quería sorprender con unas de esas cenas que tanto le gustaban, cabeza de cordero. Le encantaban asadas. Él había estado con los amigos en Capitán Mendizábal, tomando unos vinos, como todas las tardes después del trabajo. A las nueve y pico ya venía para casa, lo sé porque lo vio mi hija. Cuando ésta llegó me dijo: "¿Y papá?, lo he visto abriendo el portal de casa". Ahí fue donde lo cogieron, justo cuando iba a abrir la puerta del portal. (...) El 14 de noviembre lo mataron y a últimos de mes nos tuvimos que marchar. Allí no había quien parara. Empezamos a recibir amenazas por teléfono. A mi hijo la Guardia Civil lo tuvo que sacar de su casa con su mujer y su hijo de un año. Fueron las autoridades las que nos dijeron: "Os tenéis que marchar". Incluso alguna vez que volvimos recibíamos llamadas a las tres o cuatro de la mañana: "Ya sabemos que estás aquí, que has vuelto".