A las ocho menos diez de la mañana del miércoles 20 de diciembre de 2000 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en Barcelona al agente de la Guardia Urbana JUAN MIGUEL GERVILLA VALLADOLID.
El agente se encontraba regulando el tráfico en la confluencia de la calle Numancia con la avenida Diagonal de la capital catalana. A esa hora un Fiat Uno de color rojo se había averiado e interrumpía el tráfico en el lateral de la Diagonal. El agente se dirigió a los dos individuos, los etarras del grupo Barcelona Fernando García Jodrá y José Ignacio Krutxaga, que empujaban el coche y colaboró empujándolo para que no obstaculizara el paso de vehículos que, en un momento de gran afluencia de tráfico en plena hora punta, había provocado una larga cola de coches. Algunos conductores, incluso, hicieron sonar el claxon nerviosamente al sortear el vehículo de los etarras, que tenía puestas las cuatro luces de emergencia. Juan Miguel Gervilla se percató, entonces, de que el automóvil se había bloqueado porque no tenía puesta la llave de contacto, sino un destornillador colocado ad hoc por los terroristas. En ese momento García Jodrá intentó sacar una pistola y se inició un forcejeo con el agente, que provocó la caída de ambos al suelo. El otro asesino de la banda, José Ignacio Krutxaga, no dudó un instante y disparó a Gervilla en la cabeza. A continuación García Jodrá se levantó y lo remató a sangre fría con un segundo disparo. El agente recibió dos impactos de bala en la cabeza y el pecho y falleció en el acto mientras los terroristas emprendían la huida a pie en dirección a una boca de metro cercana al lugar de los hechos. Atemorizados, algunos de los conductores atrapados en el atasco que fueron testigos de los hechos dejaron abandonados en plena calle sus vehículos durante varios minutos.
Con su acción, Juan Miguel Gervilla Valladolid impidió el asesinato de una personalidad, pues el vehículo de los terroristas, robado unos días antes, llevaba una bomba compuesta por trece kilos y medio de explosivo dentro de una olla a presión que iban a ser utilizados en un atentado inminente. Hacia las 10:30 horas, una vez que el juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver del agente asesinado, los artificieros de la Policía procedieron a desactivar el artefacto, previo desalojo de los edificios de la zona. A la bomba sólo le faltaba una última conexión para ser accionada a distancia. La carga estaba situada en el lado derecho del maletero y para su desactivación tuvieron que volar controladamente la cerradura del portón. El coche había sido robado el domingo 17 de diciembre en Esplugas de Llobregat y llevaba matrículas de otro vehículo de idénticas características de un vecino de la población de Tarrasa. La bomba estaba preparada para "ser utilizada el mismo miércoles 20 de diciembre casi con toda probabilidad", según informaron fuentes policiales.
En un primer momento se desconocía cuál era el objetivo de la banda. Por ello la delegada del Gobierno, Julia García Valdecasas, declaró que los terroristas pretendían asesinar a "alguna autoridad que debía pasar por la zona" y que el asesinato de Gervilla Valladolid había "salvado la vida de varias personas" al interponerse en los planes de los etarras. El lugar donde se averió el vehículo de los terroristas está situado en la zona alta de Barcelona, donde se encuentran numerosas sedes de importantes empresas y entidades financieras como La Caixa, Retevisión o Catalana Occidente, además de una residencia de oficiales del Ejército y un cuartel de Infantería. También hay viviendas de lujo que suelen ocupar importantes empresarios. Cualquiera de ellos podía ser en principio objetivo del atentado que Gervilla evitó con su actuación. Ese mismo día, por la noche, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, le otorgó la Medalla de Honor al sufrimiento, categoría de oro, a título póstumo.
Posteriormente se supo que el objetivo de la banda era el periodista Luis del Olmo, que vivía a escasos metros de donde se había averiado el coche. Era el sexto intento del grupo Barcelona de asesinar al periodista en poco más de medio año.
Unas ciento cincuenta mil personas asistieron a una manifestación convocada por el alcalde de Barcelona, la Generalidad y otras instituciones al día siguiente del asesinato de Gervilla con el lema: "Catalunya per la llibertat. ETA no".
En 2002 la Audiencia Nacional condenó a José Ignacio Krutxaga Elezcano y a Fernando García Jodrá a sendas penas de 54 años de prisión por el asesinato de Juan Miguel Gervilla Valladolid. En el mismo proceso se juzgó a Lierni Armendaritz, compañera de los dos anteriores, que resultó absuelta del asesinato del agente, pero que fue condenada a 24 años de cárcel por el intento de asesinato del periodista Luis del Olmo. Durante el juicio, el asesino Krutxaga aprovechó el derecho a la última palabra para amedrentar a los ciudadanos que colaboraban con las fuerzas de seguridad en la lucha contra ETA diciendo: "El Estado y los medios de comunicación llevan un tiempo haciendo una campaña excesiva para que la gente participe en una lucha que no es la suya, la lucha antiterrorista. Les dicen que tienen que denunciar a los terroristas, que les sigan con sus coches, pero no les advierten de las consecuencias de esas acciones". La viuda y un hermano asistieron al juicio manteniendo, en todo momento, una actitud ejemplar (ABC,22/11/2002).
Juan Miguel Gervilla Valladolid tenía 39 años. Nació en Nuremberg (Alemania), ciudad a la que sus padres habían emigrado. Estaba casado con Gemma, y tenía dos hijos, Óscar y Carlos. Pertenecía a la Guardia Urbana desde 1986, y durante ocho años se había ocupado de la regulación del tráfico en Esplugas de Llobregat, donde residía con su familia. Cuando fue asesinado, estaba adscrito al distrito barcelonés de Les Corts. Juan Miguel era una apasionado de la bicicleta, aunque una operación de hernia discal le había apartado dos años antes del la práctica del ciclismo. En memoria del agente asesinado, el Ayuntamiento de Fuenlabrada instauró una Carrera Policial que adoptó el nombre de Juan Miguel Gervilla y que se celebra anualmente con motivo del día de la Policía Local.
Juan Miguel Gervilla Valladolid fue la última víctima mortal de ETA en el año 2000. Ese año la banda terrorista asesinó a veintitrés personas tras romper en diciembre de 1999 la tregua que se inició en septiembre de 1998.