A las seis y diez de la tarde del día 15 de noviembre de 1989 la banda terrorista ETA asesinaba en Bilbao al vendedor ambulante IGNACIO BAÑUELOS LASSO mediante la colocación de una bomba-lapa en los bajos de su camión.
La explosión se produjo en el bilbaíno barrio de Uribarri. Ignacio acababa de salir de su domicilio y, al poner en marcha su vieja camioneta Avia, la vibración del motor provocó el estallido del artefacto, adosado debajo de la aleta izquierda. El estallido alcanzó de lleno a Ignacio, que perdió el control de la camioneta y fue a estrellarse contra la fachada de una antigua discoteca. El cadáver quedó atrapado en la cabina, con la pierna izquierda casi seccionada del tronco.
Ignacio "tenía fama de traficante de droga en el barrio", según declararon algunos vecinos, algo que desmintieron sus familiares. Una sobrina de Ignacio, Natividad Bañuelos, de 17 años, comentó que su tío Ignacio se había dedicado en el pasado al tráfico de heroína, pero aseguró que había abandonado aquella actividad hacía un año y que ahora vivía de la venta de chatarra.
La familia Bañuelos había sido ya víctima de la banda. El 7 de octubre de 1988, un primo de Ignacio, Ramón Bañuelos, había sido asesinado por el mismo procedimiento de la bomba-lapa. Con posterioridad al asesinato de Ignacio, en enero de 1991 dos mujeres de la misma familia, María García Bañuelos y su hija, Laura Manzanares García, de 11 años, fueron heridas de gravedad mediante una bomba adosada a los bajos de la furgoneta que ocupaban.
Ignacio Bañuelos Lasso tenía 26 años. Estaba casado y tenía dos hijos. Era natural de Guardo (Palencia). Se dedicaba a la recogida de quincalla, objetos usados y a la venta ambulante. El gobernador civil de Vizcaya, Daniel Vega, aseguró el mismo día del atentado que ETA, otra vez, se atribuía "el papel de juez, verdugo y fiscal", declaraciones casi calcadas a las que realizó un año antes tras el funeral por Ramón Bañuelos.