A las cuatro de la tarde del sábado 27 de octubre de 1979 los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA) asesinaban a tiros en la localidad de Villarreal de Urrechua (Guipúzcoa) al fotógrafo GERMÁN GONZÁLEZ LÓPEZ, afiliado a la Unión General de Trabajadores (UGT) y militante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Era la primera víctima mortal de la banda terrorista ETA tras la aprobación en referéndum, dos días antes, del Estatuto de Autonomía, en cuya campaña a favor del "Sí" Germán había participado activamente con un coche y un megáfono. Por otra parte, era la segunda víctima de ETA bajo la marca de CAA.
Germán fue tiroteado a poca distancia por dos individuos cuando acababa de aparcar su vehículo en la plaza principal de Urrechu y se disponía a cerrar el maletero. Dos terroristas se acercaron a él por la espalda y uno de ellos le disparó varias veces. La víctima fue alcanzada por siete disparos en puntos vitales, falleciendo prácticamente en el acto. Los pistoleros que, hasta entonces, habían estado tranquilamente en un bar esperando la llegada de Germán, se dirigieron andando a un callejón cercano donde les esperaba un tercer terrorista a bordo de un vehículo. El coche había sido robado a punta de pistola a las dos y media de la tarde y a su propietario lo abandonaron, atado a un árbol y amordazado, en las proximidades de un caserío de Santa Bárbara, a unos dos kilómetros de Villarreal. Una llamada anónima a las cuatro y media de la tarde indicó dónde podían encontrar al dueño del vehículo.
En el lugar del atentado la Guardia Civil recogió nueve casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca FN. Tanto el vehículo de Germán, un Seat 127 propiedad de su hermana, como otro aparcado en las proximidades, presentaban también varios impactos de bala. El cadáver de Germán González fue trasladado al depósito del cementerio de Villarreal, donde se le practicó la autopsia.
Los CAA se hicieron responsables del asesinato en un comunicado enviado a la agencia Euskadi Press en el que lo justificaban asegurando que Germán González era un colaborador de las fuerzas represivas. Además criticaban a varios partidos, como el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Euskadiko Ezkerra (EE) por "tratar de engañar al pueblo con este Estatuto".
La condena de este nuevo atentado fue unánime y muy dura por parte de todas las fuerzas políticas vascas, debido a que dos días antes se había aprobado el Estatuto. El PSOE hizo un llamamiento para asistir al día siguiente, 28 de octubre, a una concentración de repulsa y protesta en Zumaya por el asesinato de su militante. En un comunicado público afirmó que se trataba de un atentado contra toda la clase trabajadora y denunció "esta acción criminal de ETA que pone de manifiesto su carácter contrarrevolucionario y antidemocrático, al tiempo que hace un llamamiento a la calma del pueblo vasco y a la reflexión de las organizaciones terroristas y pide que se retire el apoyo a aquellos que, bajo falsos esquemas democráticos, lo único que buscan es la destrucción de Euskadi". Por su parte, el secretario general de PSE-PSOE, Txiki Benegas, declaró que los militantes socialistas no iban a quedarse con los brazos cruzados ante "este nuevo asesinato cometido en el umbral de la autonomía", calificándolo de "atentado contra la clase trabajadora efectuado por fascistas". Benegas pidió a los militantes del partido que se movilizasen "contra este crimen, contra el terrorismo, contra sus cómplices y lacayos".
Herri Batasuna sólo se atrevió a desaprobar el atentado "por considerarlo un grave error político", al tiempo que denunciaba lo que consideraba un "sucio oportunismo" del PSOE y PCE por sus "insinuaciones" en torno a la afiliación de los autores del atentado. Esta declaración de HB venía a cuento del comunicado de ETA negando cualquier relación con los CAA y, como fiel lacayo de la banda, su brazo político se apresuró a salir al paso de las declaraciones de socialistas y comunistas para los que no había dudas de que los CAA eran una rama más de ETA.
Desde dieciocho meses antes se conocía la existencia de varios grupos coordinados que bajo la firma de "comandos autónomos" cometían todo tipo de atentados. Tanto ETA como los propios CAA habían negado en varias ocasiones cualquier relación orgánica entre ellos. Así lo hicieron el 3 de abril de 1979: al reivindicar el atentado realizado dos días antes contra el club Kai Eder, de Plencia (Vizcaya), aclaraban en un comunicado que, "pese a lo comentado en algunas ocasiones por medios informativos, los comandos autónomos no mantienen vínculos organizativos con ETA militar".
ETA-militar no se pronunció oficialmente al respecto y ETA-pm señaló en un comunicado "que los autores de dicha acción indiscriminada y terrorista ni han sido ni son militantes de ETA". En este comunicado, la rama político-militar de la banda condenaba la muerte de Germán González "porque los autores de la misma", decía el escrito, "no han demostrado que aquél fuera un torturador, un explotador o un enemigo del pueblo trabajador vasco". Añadían, además, que tras los autores del atentado había fuerzas o poderes "muy interesados en dividir a la izquierda de Euskadi y aislar a las masas obreras y populares de la izquierda revolucionaria y de ETA", y denunciaban a los dirigentes de CCOO y UGT "así como a los partidos reformistas" por tratar de "aprovechar este triste hecho para lanzar una campaña contra ETA y la lucha armada revolucionaria". En medio de todo este lío de comunicados, y de una tensión enorme, algunas voces habían apuntado que ETA utilizaba a los autónomos para los "trabajos" especialmente "sucios", y para ello recibían armas y apoyo logístico por parte de la banda.
Muchos partidos tampoco se atrevieron, inicialmente, a señalar a ETA como la autora material del atentado. Sin embargo insistían en esta paternidad los dirigentes del PSOE, UGT y CCOO de Euskadi, que invitaron el domingo a los trabajadores del País Vasco a participar en una huelga general y a manifestarse "en contra del terrorismo de ETA". En esta misma línea, el secretario general de UGT, Nicolás Redondo, afirmo que "esta muerte significa que el comportamiento de ETA está cada vez más alejado de la realidad y del sentimiento de los trabajadores". Tomás Tueros, secretario general de CCOO de Euskadi señaló que "este asesinato se inscribe en la línea de ETA militar, hoy con más claridad que nunca, porque se ve contra quién va a actuar: va a actuar contra los que más han luchado por el Estatuto de Gernika y por las libertades, contra los trabajadores".
De los partidos opuestos al Estatuto, Antón Karrera, de la Liga Komunista Iraultzailea (LKI, la rama vasca de la Liga Comunista Revolucionaria) –que la víspera había hecho público un duro comunicado de condena del atentado–, y uno de los condenados en el juicio de Burgos, declaró a la prensa que su partido era "el primer interesado en evitar que se identifique una posición política de rechazo del Estatuto con un apoyo, directo o indirecto, a ETA"
A día de hoy la polémica que se suscitó tras el asesinato de Germán González es una polémica superada, pues todos los estudiosos del terrorismo etarra coinciden en señalar que los CAA se nutrieron de una amalgama de terroristas surgidos de varias escisiones de ETA, una especie de marca B de la banda, que utilizaba los mismos medios (el asesinato y la extorsión) para conseguir parecidos objetivos políticos. Ambos querían, y quieren en lo que a ETA se refiere, un País Vasco independiente, pero mientras unos buscaban la independencia, a secas, los otros, los CAA, no renunciaban a la revolución socialista y proletaria.
El lunes 29 de octubre, dos días después de su asesinato, varios miles de personas, entre las que se encontraban todos los miembros del Consejo General Vasco, encabezados por Carlos Garaikoetxea, y una representación del PSOE presidida por Felipe González, acudieron a Zumaya para rendir homenaje a Germán González. Estuvieron también presentes el secretario general de UGT, Nicolás Redondo, y el vicepresidente del Congreso, Luis Gómez Llorente. A las seis de la tarde, una amplia explanada de Zumaya se vio ocupada por varias decenas de autobuses procedentes de las tres provincias vascas, así como de otras regiones. En silencio, miles de personas (algunas fuentes hablan de unas diez mil) ocuparon todos los accesos a la Iglesia parroquial de San Pedro, que con bastante antelación del inicio de la ceremonia aparecía repleta de público. Finalizado el funeral, una manifestación silenciosa recorrió las calles del pueblo, tras una pancarta –firmada por CCOO y UGT–, en la que, como única consigna, podía leerse: "Contra el terrorismo, movilización". Unos metros más atrás y tras un automóvil que portaba una ikurriña y el pendón de Castilla, ambas con crespones negros, la cabeza de la marcha estaba integrada por los líderes de los principales partidos vascos. Entre ellos, junto a los dirigentes socialistas antes citados, Xabier Arzalluz y Joseba Leizaola, por el PNV, Bandrés y Onaindia, por Euskadiko Ezkerra, y Jaime San Sebastián por UGT del País Vasco. Todos los comercios y bares de Zumaya permanecieron cerrados ese día en señal de protesta. Se calcula, además, que un 85% de los trabajadores vizcaínos y un 50% de los guipuzcoanos secundaron el paro convocado por las centrales sindicales UGT y CCOO.
En 1981 la Audiencia Nacional condenó a Jesús María Larzabal Bastarrika a una pena de 26 años de reclusión mayor por el asesinato de Germán González López. En 1990 fue condenado a la misma pena Juan Carlos Arruti Azpitarte, alias Paterra. Uno de los presuntos autores del asesinato de Germán González es Eugenio Barrutiabengoa Zabarte, alias Arbe, Potolo y Botoco. Fue deportado en 1984 por Francia tras una sangrienta carrera criminal con, al menos, seis asesinatos a sus espaldas, y vive en Venezuela protegido por el Gobierno de Hugo Chávez.
Germán González López, de 34 años, era natural de La Horcajada (Ávila), aunque vivía en Zumaya (Guipúzcoa) con su hermana y su cuñado. Se afilió a UGT en noviembre de 1977 y, un mes después, ingresaba en el PSOE. En el momento de su asesinato era secretario de propaganda en la zona de Zumaya. Además, trabajaba como soldador en la empresa Beardana, SA. Compañeros suyos de trabajo señalaron que Germán González era muy aficionado a la fotografía, que se había convertido en su profesión, y a la electrónica y tenía carné de radioaficionado desde 1973.