JOSÉ ZAFRA RÉGIL (San Sebastián, Guipúzcoa, España)

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JOSÉ ZAFRA RÉGIL ETA, San Sebastián, Donostia, Guipúzcoa, Gipuzkoa, España, 25/09/78
El lunes 25 de septiembre de 1978 la banda terrorista ETA acribillaba a balazos en San Sebastián un Land Rover de la Guardia Civil, matando en el acto a LORENZO SOTO SOTO, conductor del vehículo, y a JOSÉ ZAFRA RÉGIL.
José Zafra Régil tenía 30 años. Era natural de Puigcerdá (Gerona) y estaba casado con una alavesa con la que tenía un hijo de 4 años. Ingresó en la Guardia Civil en mayo de 1968. Su asesinato causó una gran conmoción en Granada, donde residía su familia.
Los dos guardias civiles estaban destinados en el economato de la Comandancia de la Guardia Civil de San Sebastián, y una de sus funciones era el aprovisionamiento de alimentos. Por ese motivo se trasladaban regularmente al Mercado Central de frutas y verduras de Atocha en San Sebastián, como hicieron esa mañana del 25 de septiembre. Vestidos con monos azules de faena, Lorenzo y José fueron al mercado y cargaron el vehículo con cajas de frutas y verduras. En torno a las 8:30 horas, cuando se disponían a regresar al cuartel, tres terroristas con el rostro cubierto con medias negras se situaron a ambos lados y frente al Land Rover, acribillando a balazos a los dos guardias civiles. El cuerpo de José Zafra recibió veintiún impactos de bala, mientras que su compañero, Lorenzo Soto, presentaba diecisiete. Ambos fallecieron en el acto en el interior del vehículo, sin tener tiempo de utilizar sus armas, que aparecieron en los asientos del automóvil.
Los tres asesinos, tras guardar sus armas en unas bolsas de deporte, huyeron del lugar en un vehículo en el que les esperaba un cuarto terrorista. El coche, un Renault 8, había sido robado previamente a punta de pistola a un vecino del barrio de Alza, al que obligaron a subir al mismo, dejándolo atado y amordazado en el monte de Artikutza. El coche, que aguardaba a escasos metros del lugar del atentado, sufrió una avería mecánica, por lo que los cuatro terroristas tuvieron que abandonarlo precipitadamente y parar a un taxi, obligando al conductor a trasladarlos hasta el barrio de Bidebieta, en la carretera de San Sebastián a Irún. Allí se bajó uno de los etarras, mientras que los tres restantes lo hicieron poco después, en la zona de Herrera.

Hora y media después del atentado los cuerpos sin vida de los dos guardias civiles llegaban al Hospital Militar, situado a pocos metros del lugar de los hechos. A primeras horas de la tarde se les practicó la autopsia y se instaló la capilla ardiente en el cuartel de la Guardia Civil del paseo de Heriz.
Al día siguiente, martes 26 de septiembre, se celebró el funeral por los dos guardias civiles asesinados en la parroquia de San Sebastián Mártir, en el barrio del Antiguo. Varios centenares de personas profirieron gritos de "ETA asesina", "Viva la Guardia Civil", "Hasta cuando" y "Caídos por Dios y por España". Hubo insultos al gobernador civil de la provincia, Ramón Oyarzábal, que cuando se disponía a entrar en su coche casi es agredido por uno de los asistentes. Los continuos atentados contra miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estaban provocando un aumento de la tensión en determinados sectores sociales. Porque no sólo eran los asesinatos, sino el acoso continuado a las familias de policías y guardias civiles. En una reunión de esposas de guardias civiles, de la que se hizo eco El Correo (28/09/1978), se relataron las vejaciones a las que se veían expuestas por el mero hecho de estar casadas con miembros de la Benemérita. Estas vejaciones iban desde la colocación de gatos muertos a la entrada de sus viviendas, hasta lanegativa a venderles productos en algunos comercios.
Ese mismo día 26 de septiembre, ETA militar reivindicaba el asesinato de los dos guardias civiles, exigiendo en el comunicado la aceptación de la alternativa KAS (Coordinadora de Grupos Socialistas Abertzales) como única solución a los problemas del País Vasco.
Tres meses después del atentado fueron detenidos José Miguel Azurmendi Albizu y Miguel Sarasqueta Zubiarrementeria, miembros del grupo Goyerri Costa de ETA, que fueron condenados por la Audiencia Nacional en diciembre de 1979. Azurmendi Albizu fue encontrado culpable del asesinato de Lorenzo Soto y José Zafra, por lo que fue condenado a una pena de 30 años de prisión mayor. Sarasqueta, que había intervenido en la preparación del atentado, fue condenado por un delito de conspiración de terrorismo a 7 años de prisión mayor. Durante la celebración del juicio el 12 de diciembre de 1979 los dos procesados comenzaron a hablar sobre torturas, por lo que tuvieron que ser trasladados a los calabozos. El público asistente comenzó a gritar durante el desalojo de los etarras, por lo que el juicio tuvo que continuar a puerta cerrada una vez que el tribunal decidió echar también a los asistentes al mismo.