El 17 de septiembre de 1988 la banda terrorista ETA asesinaba en Santurce de un tiro en la nuca al empresario de hostelería, y militante socialista, JOSÉ LUIS BARRIOS CAPETILLO. La víctima se encontraba trabajando en el restaurante San Jorge, que regentaba junto a su padre, Próspero Barrios, exconcejal por el partido socialista en la localidad vizcaína.
Alrededor de la medianoche, un Ford Escort blanco en el que viajaban cuatro terroristas se detuvo a la puerta del restaurante. Dos de ellos entraron en el establecimiento y pidieron en la barra sendas cervezas, que se las sirvió Próspero Barrios, padre de José Luis. Los asesinos aguardaron tranquilamente tomando la consumición hasta que el hijo del propietario salió del comedor y se aproximó a la barra. Allí, sin mediar palabra, uno de los terroristas le disparó en la cabeza por la espalda. Los asesinos huyeron en el mismo vehículo en el que habían ido al restaurante, robado poco antes a punta de pistola, donde les esperaban los otros dos terroristas. La Policía recogió en el lugar de los hechos un único casquillo de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF.
El hijo del exconcejal falleció cuando era trasladado al Hospital de Cruces, en Baracaldo. Hasta ahí se dirigieron posteriormente el gobernador civil de Vizcaya, Daniel Vega, y el secretario general de los socialistas vascos, Ricardo García Damborenea.
El vehículo utilizado en el atentado fue abandonado en el cementerio de Portugalete junto al acceso a la autovía. Un comunicante anónimo, que dijo hablar en nombre de ETA, anunció mediante llamada telefónica a la asociación de carretera Detente y Ayuda (DYA), que un hombre se hallaba atado a un árbol en la carretera del Regato, en Baracaldo, donde dos patrullas de la Policía y una ambulancia de DYA encontraron al propietario del Ford Escort utilizado para perpetrar el atentado.
José Luis había sido objeto, un año y medio antes, de una de esas campañas de desprestigio orquestadas con tanta maestría por el entorno proetarra y que, en la siniestra historia de ETA y los que les apoyan, siempre han sido la antesala del asesinato. La campaña estaba llena deinsidias, rumores y mentiras en las que se relacionaba a José Luis con el tráfico de drogas en Santurce. Con semejante falsa acusación se lanzaron octavillas anónimas en las inmediaciones del restaurante que regentaba. Además, en el comunicado en el que la banda asesina ETA reivindicaba el atentado el 28 de septiembre, escrito íntegramente en euskera, se aseguraba que Barrios había sido detenido por la Ertzaintza por traficar con drogas y lo habían liberado por presiones del gobernador civil. Este infundio fue desmentido tanto por la Policía Autonómica vasca como por el gobernador civil. Un portavoz de la Consejería de Interior del Gobierno vasco señaló que se habían revisado todos los registros de detenidos por la Ertzaintza y José Luis Barrios no figuraba en ninguno de ellos. La Consejería manifestó, además, que se había rastreado la presunta detenciónincluso en los registros de la brigada de tráfico y entre los atestados de las brigadas especiales, con resultado negativo. La banda asesina también acusaba a Barrios de ser "colaborador e informador de las fuerzas de ocupación". En su delirio habitual, ETA acusaba a los poderes fácticosy al PSOE de introducir la droga en el País Vasco como un recurso más de un plan de contrainsurgencia (sic).
La campaña de calumnias contra José Luis, campaña que nunca fue acompañada por la interposición de algún tipo de denuncia, era tan burda y tan absurda, que la víctima ni siquiera se molestó en solicitar el apoyo de su partido o del Ayuntamiento. Sin embargo, y como ha sucedido tantas veces, el entorno proetarra y su brazo político señalan y ETA dispara.
Todos los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento, con la excepción de Herri Batasuna (HB), condenaron el asesinato y rechazaron las imputaciones dirigidas contra José Luis. Los seis concejales de la formación proetarra fueron abucheados por el público asistente al pleno extraordinario por negarse a firmar la moción de condena.
Uno de los etarras que presuntamente participó en el asesinato de Barrios Capetillo fue Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi, detenido en marzo de 2000 tras estar quince años en busca y captura. Gadafi acumula veinte asesinatos a sus espaldas como miembro del grupo Vizcaya de ETA -entre ellos el niño de dos años Fabio Moreno, asesinado el 7 de noviembre de 1991-, y condenas por centenares de años. Gadafi fue el primer etarra preso en Francia que pidió terminar de cumplir su condena en España.
José Luis Barrios Capetillo, de 34 años, estaba casado y tenía cuatro hijos. Militante socialista, su padre, Próspero Barrios, había sido concejal en el Ayuntamiento de Santurce durante dos legislaturas. José Luis era una persona muy emprendedora y conocida en Santurce, entre otras cosas porque era el presidente de la Asociación de Hosteleros de la localidad.